No era un día más, había una sensación extraña flotando por todo Parque Patricios, había algo que hacia que recuerdos imborrables emerjan de repente en todo el pueblo Quemero. Si se fijaba la mirada en el Parque se podía ver al flaco haciendo magia con la bocha y al Mati tirando paredes con los árboles, uno se refregaba los ojos, cambiaba el rumbo de la mirada sin entender lo que sucedía, y podía vislumbrar a un Rubio cordobés muy elegante de galera y bastón, que se robaba la admiración de propios y extraños, encima el sonar del viento parecía corear un paooolo, paooolo que se alcanzaba a escuchar a lo lejos…
Muchos pensarán que eran recuerdos dolorosos, de una herida abierta provocada por la daga de la injusticia; pero no era así, al ver los rostros de la gente que bajaba por Luna se podía apreciar una sonrisa nostálgica provocada por el placer de recordar un campeonato lleno de ilusión, en cual se asistía al Palacio como si fuera el Colón, la pelota era tratada con honores y la estética del juego llenaba de emoción a todos los presentes. La obra siempre se cerraba con aplausos estremecedores para los actores que habían sabido interpretar a la perfección las directivas del director.
Todo esto tenia una explicación, aquel Director, el hacedor de aquella gran obra volvia a casa, sus ojos tenían la misma mirada y se dibujaba en su rostro una sonrisa similar a las de aquellos que bajaban por Luna, esta vez venia de visita pero su sola presencia hacia que por unos momentos el tiempo de marcha atrás…
BURNER.
No hay comentarios:
Publicar un comentario