Sus gambetas llevan la marca del cuarteto característico de su Córdoba natal, sus tacos y caños adquirieron la elegancia del tango impregnado en cada rincón de Parque de los Patricios. Ese flaco desconocido que llegó a la capital para ponerse la casaca Quemera no imaginaba lo que iba a acontecer en un futuro cercano.
Rápidamente su nombre se hizo conocido, Javier Pastore estandarte de aquel Huracán versión 2009 que emocionó a la mayor parte del mundo futbolístico, domingo a domingo demuestra que no es uno más, el fútbol es el arte del engaño, y vaya si Javier sabe interpretarlo dejando en ridículo a cada uno que tenga como objetivo a su gran amor, la pelota.
Desgraciadamente y como sucede con esta clase jugadores, rápidamente Javier metió toda su Magia en la valija y voló en globo a Italia. Cuando todavía no se había acomodado en el viejo continente, se escucharon algunas voces dudando sobre si aquel pibe que enrojeció las palmas del pueblo Quemero, podría sobrevivir en un fútbol tan duro y mezquino como es el Italiano, pero por suerte en todo el mundo se juega con una pelota y dos arcos; A Javier con eso le alcanza para seguir haciendo de las suyas y seguir deleitándonos con su juego. Esta semana lo sufriò la Juventus, los demàs lo disfrutamos.
Hay quienes piensan que lo más lindo es ganar sobre la hora, y con un gol con la mano, por suerte existen los Javier Pastore para aquellos que degustamos el buen fútbol…
BURNER.
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